viernes, 13 de julio de 2012

Día 10 - ¡Pasándolo Bienna!


Hola criaturas de diversa índole que siguen nuestro interrail y nuestras entradas.

En realidad son todo formalidades, no necesito saludar a nadie. Sólo quiero escribir para desquitarme de nuestro día de hoy. No ha sido malo, ha estado lleno de anécdotas que contar jejeje.
Todo comenzó a las 7 de la mañana de una calurosa mañana en Budapest, Hungría. El plan era arreglarse (lo cual implicaba por supuesto ducharse entre agua helada de la ducha de nuestro zulo) y salir para poder tomar algo para desayunar y estar a las 11 en un sitio que (aparentemente) estaba lejillos para hacer un tour gratuito. Al final fueron solo apariencias porque llegamos al sitio a las 10:15 aproximadamente, así que nos tumbamos en un parque para esperar a que fuera la hora.


Total que conocimos a nuestra guía, una señora bastante maja que nos llevó por las diversas zonas de la ciudad y nos explicó las diversas costumbres y misticismos que rodean Budapest. A estos húngaros les gustan mucho las historias de brujas, mitos y leyendas varias (hey, en serio; resulta que tienen una colina con brujas que usan personas delgadas en vez de escobas para desplazarse. Son los mochileros del mundo mágico. Nosotros no podríamos entenderlo). Hemos visto de todo, estatuas dedicadas a gente que luchó para unificar y mejorar Budapest, puentes reconstruidos por los soviéticos tras la devastación de la segunda guerra mundial y hasta un barrio judío con varias sinagogas y casas/locales ambientados de manera típica y otras muchas cosas de Budapest.

Llegadas las 14:00 era el momento de tirar para la estación, que nuestro tren salía a las 15:10. Mientras nuestras compañeras comían un bocadillo de caballa de manera muy femenina (todo lo que puede permitir abrir latas de pescado en conserva con unas tijeras de punta redonda  -imagen para recordar-) Los chicos nos fuimos a rellenar agua. Tras una espera, llegó el momento de coger el tren.

Ey, qué mierda; los trenes ya no parecen de Harry Potter con sala privada. Ahora son trenes normales con asientos en fila. Un rollo que nos resultaba conocido ¡Yo (y todos) queríamos los trenes bohemios!
Bueno, da igual. Los chicos comimos en el tren. Anteriormente esa mañana habíamos comprado para comer un embase que parecía contener algo que fuera embutido, pues tipo salchicha de jamón york o algo. JAJAJAJ qué chiste ¡Deberían vuestras mercedes saber que era paté! O más explícitamente, tripas de algún pobre bicho que desconocemos. El lado gracioso es que no disponíamos de cuchillo, así que para comer hemos tenido que abrir el embase a bocados y el contenido empezó a salir como si tuviera vida propia y fuéramos nosotros su comida y no al revés. Ha molado, yo por un momento pensé que tenía un nuevo amigo, hasta que su manera de salir pareció más y más asesina.

Al final llegamos a Viena a vete tú a saber qué hora (6 y algo) e intentamos situarnos para buscar albergue, callejeando entre sitios con nombres del estilo  –algomuylargoeilegible + strasse- (En serio, si quieres ponerle nombre a una calle alemana pégale un lametazo a tu teclado y luego añade strasse). En nuestra búsqueda descubrimos que no nos habíamos bajado en Viena centro sino más bien en un Extrarradio. Tuvimos que aliarnos y hablar con los operarios de la estación para enterarnos de dónde narices debíamos montar para ir a un sitio con hoteles y albergues para dormir (claro, que para lo que ha servido, seguid leyendo…) total que llegamos a Viena centro y la primera impresión es que es bastante bonito, es como una especie de remix –to- de diversas ciudades de Europa. Pero claro, esto son países germano-hablantes y las oficinas cierran a las 6 o 7 de la tarde, así que no hemos podido encontrar una oficina de turismo ¡Pero sí su wifi! Bendito internet. Usando la conexión navegamos y surcamos las 7 webs para encontrar un albergue o pensión barata para pasar la noche. Tuvimos varios candidatos que recorrimos 1 a 1 y a todos nos llamó la atención que aquí los hoteles no son individuales sino más bien son plantas enteras de un edificio. Total, que nos hemos visto subiendo a segundas y terceras plantas de un edificio para encontrarnos hoteles de 4 y 3 estrellas que, por supuesto; se salían completamente de nuestro presupuesto.
Así que ya desesperados, nos hemos metido a un McDonald’s que por lo menos cierra tarde. Al fin y al cabo lo que no nos gastemos en albergue, pues nos lo gastamos en una cena medianamente decente. Así que estamos en el McDonald’s lo que resta de noche (de 22.00 a 03.00). En esas horas hemos: Cenado, sido timados por un argentino que aseguraba que una estación de tren no cerraba pero sí que cierra, Hablado con un camarero sobre canciones en español, recibido regalos de ese mismo camarero, reprendidos por dormirnos en el restaurante (algunos, como yo, dam y vik) leído cosas en el ordenador y hablado con unas ratas a cuerda que tienen un chirrido irritante.

Hemos salido del McDonald’s cuando discretamente nos han echado (Y discretamente quiere decir: “apagamos las luces ¡FUERA BICHOS MOCHILEROS!”) e íbamos felices porque, inocentes de nosotros, todavía creíamos las palabras de nuestro amigo el argentino así que nos dirigíamos con ahínco a buscar la estación. Nos ha comenzado a llover por el camino. Al principio poco, pero Bety ha decidido pararse a ponerse el chubasquero en un portal. En éste mismo una majísima pareja Austriaca nos ha ofrecido entrar visto que estaba lloviendo, nosotros hemos rechazado tan altruista invitación y hemos seguido hacia la estación.

Iba lloviendo más, Merkel se acercaba (Javi al menos así lo ve) y ¡¡Por fin llegamos a la estación!! Por esto digo que el argentino nos timó, está cerrada.
Así que con amor y cariño les informo de nuestro día desde las afueras de la estación con una agradable temperatura mientras algunos duermen y otros no pueden dormir, es una estampa preciosa. Sobre todo si tenemos en cuenta las máquinas limpiadoras de las calles que están a nuestro lado, las gotas de lluvia cayendo y gente que, en estas condiciones y a las 3:15 de la mañana (hora actual) pasea en bici como si fuera Heidi, pero versión Austriaca.

Así que concluyendo y cómo dijo Javi, no dormiremos bien, pero la experiencia de caminar bajo la lluvia de Austria a las 2 y 3 de la mañana no nos la quita nadie.

¡Corto y Cierro criaturas salvajes!

Me llamaban Mariano.

Lecciones del día:
-Budapest es más pequeño de lo que aparenta en los mapas.
-Budapest tiene brujas, así que cuidadito con los conjuros ¡impuros!
-Los chorros de la fuente de la estación de Budapest se pueden usar para jugar a encestar.
-Ten un cuchillo de untar a mano para comer embutido/paté alienígena con vida propia.
-En Viena, pregunta; porque a no ser que alguien de tu grupo sepa alemán no tendrás –piiii- para enterarte de dónde estás.
-Olvídate de los sitios para dormir baratos en Viena, Asúmelo, esto es caro.
-No te puedes dormir en el McDonald’s a no ser que te eches de amigo a un camarero majo.
-Si alguien te dice que una estación no cierra, no le creas ¡CIERRA!
-Por tanto, si alguien te ofrece un portal, no es tan mala idea.

Gasto medio: Sin albergue, unos 5 o 6 euros (El McDonald’s) y una media de 2 a 3€ en la comida (comprada en un SPAR[con acento alemán] húngaro)

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