sábado, 14 de julio de 2012

Día 11: No hay Viena que por Praga no venga.


¡Hola interraileros desesperados!

Nuestro día de hoy empezó en donde lo tomamos. La fría y cerrada estación de tren de Viena. Realmente no era tan fría. Los que fuimos inteligentes nos metimos en el saco y acabamos sudando.
La estación abrió a las 4 y media de la mañana y, como los que estaban despiertos tenían frío, entramos. Mala idea. Afuera dormíamos tranquilamente sin nadie que lo molestara. Adentro parece que estaba prohibido hacerlo porque los seguratas estaban ojo avizor a ver si nos dormíamos porque cada vez que cerrábamos los ojos en las sillas donde nos sentamos nos empezaban a hablar en un alemán muy brusco indicando que no se podía dormir.

Y así, nos dieron las 6 y media de la mañana, hora en la que el punto de información abría y podíamos preguntar. Pedimos información sobre trenes a Praga, un mapa de Viena y hosteles/albergues baratos donde dormir. El hombre, muy majo, nos dio un gran panfleto con albergues con precios donde dormir. Como no estaban mal de precio (realmente no era tan buenos, no bajaban de los  11€), decidimos buscarlos.
Hamacas de un parque.
¡Qué bien nos hubieran venido
la noche anterior!
Fuimos uno por uno, calle por calle, alejándonos cada vez más del centro pero sin éxito. TODOS estaban ocupados, no tenían espacio ni para una noche. Yo quería preguntar por un hueco de suelo, ya me daba igual no tener cama. ¡Sólo queríamos dormir!

Asi que, desilusionados, decidimos largarnos de esa ciudad que sólo nos cansaba, nos estresaba y no nos ofrecía buenas alternativas. Antes de salir para Praga, decidimos reservar albergue con antelación para que no nos pasara lo mismo que Viena. Como en Viena no habíamos estado los días que pensábamos decidimos que en Praga estaríamos más días de los planeados ya que habíamos encontrado un albergue a un poco menos de 8€ la noche.

Desgraciadamente, nuestra idea era dormir un día en Viena y llegar al siguiente a Praga pero como no encontramos albergue era o dormir otra noche como la pasada o marcharnos a Praga y reservar una noche más. El albergue que teníamos reservado no tenía plazas para esa misma noche por lo que tuvimos que mirar en otro sitio. Encontramos otro, 8€ la noche, que tenía espacio con nosotros y buenas críticas. Así que reservamos y fuimos hasta la estación de tren otra vez para ver a qué hora salían los trenes hacia Praga.
Teníamos pensado cogernos el de las 14h y ver un poco la ciudad, pero para cuando tuvimos los horarios eran pasadas las 13h por lo que nos fuimos a la estación de tren principal sin ver Viena si quiera un poquito.
A las 14h, y tras una rápida compra (y digo rápida porque la hicimos corriendo y en 10 minutos) nos montamos en el tren hacia Praga que volvía a ser como los de Harry Potter. Encantados con eso bueno, nos dimos cuenta de que eran un poco reclinable (no del todo como en el nocturno) y caímos dormidos todos en cuanto el tren se puso en marcha (con Dámaris y yo en la puerta con las piernas atravesadas para que no entrara nadie).

El trayecto se hizo ameno. Los paisajes eran preciosos: pueblecitos de vez en cuando, pero sobre todo verde. Íbamos entre las montañas atravesándolas, rodeados de verde y marrón y se podía respirar en el ambiente. El tipo de trayecto que tenía en mente yo cuando planeamos el InterRail.

Llegamos a Praga a eso de las 8 y pico (el tren se retrasó, porque teníamos planeado llegar a las 19h) y nos pusimos en busca de ese albergue en el que íbamos a pasar la noche. Cambiamos la moneda local, nos cogimos el metro y ¡zum! En media hora nos encontramos en el barrio del albergue.

El sitio era fácil de encontrar, sin embargo las descripciones no coincidían con lo que veíamos. Habíamos buscado el albergue en la página de alberguesjuveniles.com (y recalco lo de juveniles) y nos encontramos con lo más parecido a un motel de carretera que pudiera haber.

Cuando llegamos, nos encontramos con que la recepción estaba cerrada y la chica que estaba en la puerta (con unas pintas muy chonis) nos gritaba en checo algo de que las 9. Al final, y gracias al google translate, ya que la tía no tenía ni papa de inglés, conseguimos aclarar las cosas y poder acceder al sitio.

En mi opinión, el sitio daba un poco de miedo. Pero no era por el lugar en sí. Realmente las habitaciones y los baños están muy limpios, y parece un pequeño hotel. Lo peor era la gente. Yo lo pasé un poco mal porque la gente que nos encontramos allí no tenían nada de jóvenes mochileros sino más bien de camioneros y gente que no tiene nada mejor que dormir allí.

Pasada la primera impresión, resultó que la gente era bastante maja. Un hombre nos hizo un tour a las chicas completo enseñándonos las cosas y, aunque no entendía el inglés, conseguimos hacernos entender un poco con signos y un muy mal hablado italiano por su parte. Esa parte fue divertida.

Gracias a ese tour descubrimos que las duchas, por primera vez en nuestro viaje, eran compartidas. Sí, había que compartir duchas con chicos y chicas; pero, por suerte, eran cubículos individuales con cortina. Aparte de eso, también el hombre ese y sus compañeros de habitación nos invitaron a Eri, Dámaris y yo a su habitación, invitación que declinamos con el sencillo gesto de decir que nos teníamos que duchar.

Tras una ducha, que sólo las chicas tomamos porque los chicos decían que esperarían a mañana, nos volvimos a la cama. Allí, mientras intentábamos pillar WIFI y nos preparábamos para dormir, aparecieron el grupo de tíos que antes no habían invitado a su cuarto con nada más y nada menos que ¡una botella de 2L de cerveza! Aunque se pusieron un poco pesado, sin problema alguno por su parte y muchas risas porque no éramos capaces de hacernos entender nos despedimos de ellos (en realidad, les echamos) haciéndoles entender que queríamos dormir y que nos dejaran en paz. Aun así, para asegurarnos que no volverían, cerramos con llave la puerta dejando la llave en la cerradura y Eri puso una silla en la puerta ( ERI: nunca se sabe chicas).

Cuando todo se tranquilizó, nos hemos tumbado en la cama, hemos cerrado los ojos y nos hemos dormido pensndo en el día siguiente y pidiendo que fuera mucho mejor.
Y hasta aquí todo lo que pasó el día 11 del InterRail de 2012.

Con todos ustedes, Betsabé


LECCIONES DEL DÍA
1-A Viena es malo ir sin reservar.
2- En Viena no puedes dormir en las estaciones de tren
3-No te fíes de un albergue por sus comentarios, siempre pueden ir a peor.
4-Aunque la gente pueda parecer mala, puedes desconfiar pero no en exceso, siempre hay gente simpática entre ellos.
5-Lo mejor para echar a unos pesados es mandarles a dormir como si fueras su madre.
6-Mañana será otro día

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