jueves, 19 de julio de 2012

Día 14: Camino oscuro, camino oscuro, camino con luz... ¡para allá!


Y aquí nos encontramos de nuevo interraileros desesperados. Víctor al habla de nuevo para retransmitir un día más en esta preciosa ciudad llamada Praga.

Volvimos a despertarnos en nuestro queridísimo albergue junto a los otros 70 chicos y chicas que nos rodeaban en aquella súper-habitación/gimnasio lleno de taquillas. Poco a poco nos acostumbrábamos a aquellos duros colchones compuestos de cojines (¡Viva el reciclaje!) y les cogíamos más cariño a nuestros sacos de dormir por hacer la noche más llevadera. Por mi parte, había aprovechado la cuerda que rodeaba el saco para meterlo en la bolsa para tender las toallas que usábamos en las duchas. Al final había decidido dejarlas todo el tiempo formando así una especie de zulo y que la luz del sol no me molestara por la mañana (¡Mas reciclaje!)

Tras la ducha y el desayuno, nos dirigimos al segundo tour de Praga (10:30), el cual nos iba a mostrar la parte antigua de la ciudad. Nuestra guía de hoy resultó ser una rubia típica “pijotetis” que de espaldas recordaba a Belén Esteban, aunque ese dato no quitaba el hecho de que supiera del tema del que hablaba. Con ella iba una chica más bajita y morena la cual estaba haciendo prácticas de guía (llevaba una cruz invertida colgada del cuello lo cual me resulto curioso o.O) y se ponía nerviosa cuando le tocaba hablar, lo cual a la rubia le ponía un poco de los nervios ¬¬

Como cualquier otro tour estuvimos 2 horas recorriendo las diferentes calles de Praga, encontrando en cada esquina algún que otro edificio, monumento o torre. También nos podíamos encontrar algunos conjuntos de construcciones donde se mezclaban varios estilos (romántico, gótico, barroco, art nouveau, neoclásico) que aunque pudiese parecer algo caótico, el resultado era bastante asombroso.

Tras finalizar el tour, el grupo se separó. Las chicas no querían realizar el último tour (15:30) que aquella compañía nos ofrecía, pero esta vez, a Elena le apetecía  comer algo más consistente, por lo que se vino con nosotros en busca de un restaurante. La búsqueda fue un caos, entre los precios, los platos y otras cosas terminamos pillándonos una pizza pepperoni, la cual comimos en el parque de los niños códigos de barras, “Kampa Island”. El problema fue sobrepasar el puente de Carlos con la pizza intacta, pero pudimos hacerle frente con formaciones en lanza y canciones de pokemon.

Con la tripa llena nos disponíamos a descansar un rato, pero una lluvia cabrona nos fastidió el plan. Obligamos (sobornamos con un helado) a mariano a que fuera al albergue a por algunas sudaderas y así soportar un poco mejor la lluvia. Como esta no amainaba, decidimos ir al punto de encuentro del siguiente tour con la lluvia calándonos. Cuesta arriba, cuesta abajo llegamos al punto de encuentro mientras yo me encontraba con alguna que otra tienda de marionetas. Estaba decidido a llevarme un títere de Praga por lo que durante los paseos y los tours me iba quedando con las tiendas que veía.

Llegamos al punto de encuentro, Bety y Dam recogieron a Elena y el tour empezó aprovechando que la lluvia había parado. Este consistió principalmente en visitar la zona exterior al castillo de Praga, en el que aprendimos, entre otras cosas, que la población praguense era atea en un 90% y que todas las construcciones religiosas se mantenían meramente porque se consideraban patrimonio cultural.

Tras el tour, la lluvia volvió a molestarnos y los chicos nos dirigimos a un portal para resguardarnos. Cuando amaino yo me pille un cafecito en el Starbucks (el primero que abrieron en Praga) para entrar en calor (para que me sajaran mejor cogerme algo que valga la pena), Javi una cerveza y Mariano una coca-cola.



Las chicas, tras separarse de nosotros, estuvieron cotilleando la zona del castillo. Querían entrar en la catedral de Praga pero debido a su alto precio decidieron pasar. Pasaron la tarde de tienda a tienda de souvenirs y Bety y Elena se pillaron un poster de Praga

Cuando los chicos estábamos llenos de fuerzas nos dirigimos a un bosque/parque enorme que había detrás de nuestro albergue, y en el cual había una réplica de la torre Eiffel en menor escala y un observatorio. Tras “escalar” la colina/montaña, entramos en la torre Eiffel y subimos hasta arriba del todo. Javi lo paso mal, ya que le dan miedo las alturas cuando las barandillas le dejan ver el vacio xDDDD

Intentamos encontrar el observatorio, pero ya había anochecido demasiado como para encontrar algo. Lo único que vimos fue un museo de cuadros raros que daba mucho miedo, ya que estaba cerrado y sonaba una música extraña. Ya en el albergue, cenamos palomitas y chocolate y en la sala común nos pusimos los 6 a organizarnos y reservar todos los alojamientos hasta el final del viaje.

Al final, algunos días viajaríamos divididos entre chicos y chicas ya que los gustos y presupuestos  se diferenciaban demasiado, aunque siempre nos encontraremos al día siguiente. Mientras hacíamos las reservas, ya que nos dividimos también en albergues, yo me puse a juguetear con unas mini-cartas con dibujos coreanos (según Javi) pensando que eran uno de los juegos que el albergue te ofrecía. Resultó que pertenecían a unas coreanas que a los chicos nos enseñaron (a los chicos) un juego bastante divertido llamado koi-koi.  Según Elena eran unas guarras que querían llevarnos a la cama, pero a nosotros nos parecieron muy majas. Luego nos fuimos a dormir.

Y hasta aquí la reseña de hoy. Corto y cierro.

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