martes, 7 de agosto de 2012

Día 19 : Holanda ya se ve, ya se ve, ya se ve...


Era nuestro último día en Berlín.
 La noche anterior, por suerte, pudimos dormir un poco. Los chicos tuvieron que cambiarse de habitación, y la gente que estaba en la habitación de las chicas se fue de fiesta. Estuvimos un rato con los fiesteros charlando (4 euskeras, 2 mallorquinas, 2 finlandesas, 1 polaca y 1 australiana). Luego  los españoles y la australiana se fueron de fiesta y nosotras, aunque no nos hubiera importado ir, nos quedamos, porque teníamos que madrugar. Charlamos un rato más con las finlandesas y un sueco, hasta que nuestra compañera polaca se fue a dormir, y nosotras decidimos imitarla, pues iba a ser un día largo.

A la mañana siguiente recogimos todo y nos marchamos de ese cuchitril de mierda lleno de bichos al que no echaríamos de menos. Desayunamos nuestra querida Nutella con Frappé en la recepción (aunque se supone que estaba prohibido, pero nos daba ya igual) y uno de los recepcionistas se despidió de nosotras, muy majo él. Creo que era el que llevaba todo el cotarro del hostal. Sí, muy majo, pero ya podría haber sido más limpio.
Y nada, las chicas nos pusimos al momento en busca de un sitio donde poder comprar leggins, puesto que habíamos estado pasando mucho frío y no nos quedaban pantalones largos (o bien se habían ensuciado, o bien se habían rajado, literalmente). Encontramos una tienda justo en frente  en la que vendían los leggins por4,99€. Yo (Dámaris) compré 2 pares, y el tío me quería cobrar 13€ o  cosa así, porque se confundió con otros leggins que estaban a 8€. Le dijimos su error y me cobró el par de leggins a 8€. Todas sabíamos que debía pagar 9,98€ por el par, pero no dijimos ni mu.  Si algo he aprendido en el viaje es que si suceden este tipo de cosas, mejor, porque normalmente la gente intenta timarte (de hecho, lo hacen, en ciertos países los precios son descomunales). Ah, y que siempre que puedas… ¡¡CUÉLATE EN EL METRO/BUS/TRANVÍA!! Es poco probable que te pillen, y si lo hacen, ¡hazte el loco! Quizás, muy probablemente, te salves. Si no, las multas son unos 10-11€… la verdad es que compensa colarse (sobre todo en Roma, yo lo hice como un par de veces… o más)

Y nada, seguimos paseando, viendo algunas tiendas más. Entramos a una librería-café en busca de un libro del filósofo alemán Kant, pero parece ser que aquí le quieren tanto como en España… ¡porque no había ni un solo ejemplar suyo!(Apréciese el sarcasmo). Así que nada, a falta de Kant sólo nos quedaban para elegir Schopenhauer, Nietzsche o Freud. El resto de autores no eran alemanes, y no tiene gracia comprar un libro en alemán que sea una traducción. Elegí Freud. Luego estuvimos un rato ojeando los ejemplares de Crepúsculo, Eragon y  Juego de Tronos en alemán, hasta que nos cansamos. También estaban en inglés, pero no compramos nada en inglés.

Seguimos dando una vuelta por la calle, vimos muchas más tiendas, pero ya tenía lo que necesitaba, así que decidimos ir a un parquecito a disfrutar del buen tiempo que hacía en ese momento (es  poco común que no llueva en Alemania, la verdad) hasta que empezó a chispear levemente y volvimos a la recepción.
Mientras tanto los chicos habían estado en recepción, porque Javi tenía una pequeña molestia en el tobillo (normal, con las zapatillas que lleva… No te preocupes, mamá de Javi, le dimos un Nolotil, un masaje y una siesta de 17 horas y ahora no tiene ningún problema), y habían salido un breve instante para comprar sus víveres del día.
Pues nada, comimos en nuestro querido kebab por cosa de 2€… aunque luego empezamos a pedir más y más, total, ¡¡era tan barato!! , y nos despedimos de nuestros queridos cocineros… nunca encontraremos un kebab con tanta variedad y tan barato… y sabroso… sniff.

Y nada, fuimos a la estación, con tiempo de sobra, y ahí hasta subir al tren. Era un tren moderno, no molón como los de hasta ahora.
El viaje fue muuuuuuuuuuuuuuuuy largo (casi 10 horas) y algunos intentamos dormir (complicado siendo de día) o hacer lo que fuera para que el tiempo pasara más rápido. Entre risas y cartas, y cenas de salchichas alemanas, llegamos a Amsterdam.

Primera impresión: PRECIOSA. Nada más salir del tren vino una chica muy maja a decirnos “¡¡DIOS TE AMA!!” Pensamos que era una hermanita de la caridad y a lo mejor nos daba un lugar donde pasar la noche por un precio barato, pero no, nada de eso al final.
 Segunda impresión: SEXO, DROGAS, ¡¡Sacadme de aquí!! Las putas de los escaparates nos ponían ojitos y nos hacían gestos en plan de “mmm acércate” Bueno, realmente se lo hacían a los chicos. Vimos como niños de unos 14 años salían de los prostíbulos… en fin, seguramente serían más mayores, pero la imagen fue un gran choque. Había más de una prostituta que parecía de nuestra edad (17 años) o incluso menos. Vimos teatros en los que se exhibía sexo en directo por 2 €. Al mirar las categorías del porno en directo a elegir descubrimos que había un género que era denominado “sexo adolescente”. Nos alejamos de allí cuanto antes… por si acaso nos hacían un casting o algo.
 Vimos el barrio chino, muy chulo, estaba pegado al barrio gay. Ya hablarán más los chicos de esta zona en la siguiente entrada.
Y dimos más vueltas por el Barrio Rojo  hasta salir de él.
Nos recorrimos la ciudad de noche, mientras intentábamos superar la vergüenza para preguntarle a una de las putas si también ofrecían sexo lésbico (eh, solo era pura curiosidad), pero nos daba cosita entrar en los prostíbulos con todo el petate. Javi estaba dispuesto a pagarle a una puta el precio de una noche para que nos dejase dormir en su cubículo, pero al final el pudor nos venció.

Pasamos toda la noche de empalme, pero eso es algo que ya os contaremos en el día siguiente… Sólo dejo caer que las chicas aguantamos unas 32 horas sin dormir, ¡somos unas machotas!

No hay comentarios:

Publicar un comentario