martes, 7 de agosto de 2012

Día 20: ¿32 horas sin dormir? Pan comido

¡Hola interraileros desesperados!

Retomo la narración de nuestra experiencia en Amsterdam.Tras pasar la noche en Amsterdam de fiesta y jaleo... No, qué va, era broma. Tras pasar la noche en Amsterdam entre nuestros queridos McDonnall's que cierran tarde, paseos por el Barrio Rojo para acabar en la puerta de la estación esperando, la noche se pasó rápida. Las chicas teníamos pensado pillar el primer tren a Rotterdam que salía a las 8, así que todavía nos quedaba tiempo para esperar un rato sentados.

Con cafés calentitos, evitando que nos entrara el sueño las dos horas que faltaban para que los trenes salieran se pasaron rápido. Realmente cabe destacar que mucha gente se paraba a preguntarnos qué hacíamos, a dónde íbamos y a qué esperábamos. Eso fue lo que nos entretuvo la mayor parte del tiempo.

Salido el sol, Amsterdam nos llamaba. Y ya que estábamos allí no íbamos a desaprovecharlo. Las chicas decidimos coger un tren más tarde (ya que salen cada 15 minutos) y ver un poco la ciudad de día. A eso de las 8 de la mañana la ciudad es una ciudad fantasma. No se ve ni un alma por la calle. Fue muy agradable recorrer rápido el Barrio Rojo en dirección a la plaza centro sin nadie con quien chocar.

Lamentablemente, yo (Betsabé) empecé a encontrarme muy mal y no pude ver mucho la ciudad. También fue una de las razones por las que decidimos ir definitivamente a Rotterdam. Fue allí que nos separamos de los chicos. Les dejamos frente a la casa de Anna Frank (que es transparente, no una casa antigüa y si no entras no puedes ver nada, así que me desilusioné) y nos dirigimos a la estación de tren. No les volveríamos a ver hasta después de 3 días.

Tras media hora de viaje, las chicas llegamos a Rotterdam. Lo primero que hicimos fue localizar el albergue que teníamos reservado para poder echarnos un rato antes de investigar la ciudad. Lamentablemente, nos perdimos. Seguimos las indicaciones que teníamos pero aún así, sin mapa ni nada no encontrábamos la calle. Menos mal que nos encontramos con un holandés muy majo que nos llevó a la calle indicada sin problemas. Para consternación nuestra, pudimos hacer el Check-in en el sitio pero los dormitorios estaban cerrados hasta las 5 de la tarde. ¡Las 5 de la tarde! Pudimos dejar las cosas en un almacén que tienen para ello, pero aún así queríamos dormir y no pudimos hacerlo.

Aún así, la recepción estaba abierta y era, a su vez, una oficina de turismo joven de Rotterdam por lo que nos dieron mapas gratis y una guía sobre la ciudad para saberlo todo acerca de ella. Como no podíamos dormir, decidimos que era la hora de ¡Hacer la colada! Buscamos por internet una lavandería y, tras decidirnos por la más barata, aprovechamos lo que nos quedaba de mañana para limpiar la ropa. Al contrario de la lavandería de Praga, en ésta no había nadie a cargo (cosa que me llamó mucho la atención) y había un cartel donde nos indicaba los minutos para que se secara bien la ropa. Mientras se lavaba la ropa, desayunamos-comimos unas rodajas de Nutella e intentamos permanecer despiertas.

Con la ropa limpia, y el estómago lleno, regresamos al albergue a guardar la ropa y salimos a la búsqueda de un sitio donde comprar. En la guía nos indicaba varios sitios y, por suerte, era día de mercadillo (o rastro) por lo que nos dirigimos a allí para hacer tiempo. De camino, nos encontramos un puesto ambulante vietnamita donde nos compramos unos "luampas" (realmente dudo que se llame así, ahra no me acuerdo muy bien pero me suena que era así), que para quién no lo sepa son como unos rollitos de primavera gigantes pero que pueden tener carne. El sitio estaba llenísimo de gente, no tenía nada de especial y los precios no eran muy caros pero tampoco eran gangas. Cabe destacar de que era muy grande. O amí me lo pareció, ya que por esas horas Eri y yo no podíamos más y casi nos dormíamos de pie, pero aguantamos bien.

Para cuando terminamos de ver el mercadillo, eran pasadas las cinco así que volvimos casi corriendo al albergue donde ya estaban abiertos los dormitorios y pudimos dormir. ¡Llevábamos desde las 8 am del día anterior sin dormir!

Tras una siesta de 3 horas, nos despertamos más despejadas. Como ya era tarde para ir a cualquier sitio (¡todo cierra a las 5 de la tarde!) salimos a dar una vuelta por la noche. Buscando un sitio donde cenar, nos encontramos un festival de música donde había un escenario muy grande con mucha gente cantando y pantalla con la letra de lo que cantaban para que el público les siguiera. No encontramos ningún sitio barato donde cenar y acabamos en un McDonall's.

A eso de las 12 de la noche regresamos al albegue y nos pusimos a dormir tras pasar el empalme más largo de nuestras vidas.

Se despide, Betsabé

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