Nos despertamos pronto como siempre para rezar laudes y
preparar las maletas, recoger y limpiar todo.
Los de la hermandad nos dieron un desayuno en
condiciones, colacao y bollitos. Yo me
comí como 5. Eran dulces de esos buenos buenísimos, que venden en cajas grandes
y a veces de madera y suelen ser artesanales. Estaban buenísimos.
Después de eso nos metimos en el autobús, para casi no salir
de él. Nos pusieron la peli de “Misión imposible: protocolo fantasma”. Yo me
quedé dormida y para cuando me desperté solo había puñetazos y patadas, así que
me volví a dormir.
El autobús se rompió, por lo que estuvimos parados en un
pueblo en medio de la nada como una hora o así. Yo, en esa hora, seguí
durmiendo. Mal hecho, porque luego me tiré el resto del viaje con la necesidad
de ir al baño y no podíamos parar.
Tuvimos que ir rapidísimo hasta que llegamos a Trujillo, donde fuimos a misa.
Llegábamos un poco tarde, así que fue una carrera contrarreloj, pero al final
llegamos a tiempo.
Luego comimos por allí, comida típica de extremadura (bueno,
en mi caso, hamburguesa) y andamos bajo la lluvia hasta que volvimos al
autobús.
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