Es la primera vez que
vuelo por la tarde. Nunca había volado sin tener que levantarme
prontísimo para madrugar. Se me ha hecho rarísimo poder levantarme tarde y
coger un avión.
Mi hermana Irene y yo hemos salido, junto con mi
abuelo, siguiéndole a eso de las 13.30
para entrar a las 13.55 en el avión como muy tarde. Mi abuelo, que es más listo
que el hambre, se las ha ingeniado para saltarse todas las colas por todo el
morro, y al final hemos llegado con tiempo de sobra (bueno, hemos pasado el
control de aduana a las 13.54, pero el vuelo se ha retrasado, además en vez de
hacer la cola nos hemos colado por la parte que ponía “priority”. Like a boss.
Es la primera vez en mi vida que veo aeromozos machos y
azafatas feas, que encima no sabían explicar la parte de seguridad antes del
vuelo (SE PUSO EL FLOTADOR SALVAVIDAS DEL REVÉS). Uno de los azafatos era muy
gracioso, se ponía a hablarnos de la comida y babeaba él sólo de pensar en ella,
y la describía de tal manera que hacía babear al resto de los pasajeros. Sus
comentarios eran tipo “nuestros sángüichies, mmm, con su quesitooo… derretido,
chapata crujiente… mmm” o “esa cervecita recién salida del frigo, sudando de
por sí sola de lo fría que está”(no es muy eficaz en pleno invierno) y haciendo
promoción de unas tarjetas de rasca y gana de Ryanair (para niños con discapacidades neurológicas)
“Ahora viene la gran pregunta: ¿Quién no quiere ganar un millón de euros?[…]
Vale, la señora del fondo, esos dos caballeros…¿Alguien más? ¿no? ¡¡Pues
supongo que los 150 pasajeros restantes sí compraréis!!”
Y, obviamente, compré. Gané una tarjetita extra, la cual no
me dio nada, pero me quedé a muy poco de conseguir el premio, rayos y
retruécanos.
El avión era un mercadillo ambulante. Ya habéis leído las
dotes de vendedor del azafato. Pues todo el viaje así, con la comida, con los
cosméticos, la perfumería, etc. Lo único
Lo que estuvimos en el aire serían como 20 min, los otros 40
min fueron despegue y aterrizaje (empezamos a aterrizar antes de haber cruzado
España entera, ni habíamos llegado a Cádiz. Yo ya nos veía en el mar, con
nuestros chalecos salvavidas del revés)
Bouchera, la compañera e intérprete de mi abuelo, se retrasó
un poco, por lo que nada más salir del avión (por cierto, un aeropuerto chiquitísimo, comparado
con el de Barajas, aunque muy bien decorado, parecía una mezquita) así que
fuimos andando con los mochilotes y los maletones por la carretera, sin acera,
mientras que la gente nos miraba raro.
Luego nos recogieron, y mi abuelo nos llevó a ver un montón
de naves en construcción. Vimos una fábrica de bolsas (¡apasionante! –Denótese
sarcasmo- ¡no hay nada más interesante
por aquí!) y una fábrica de pantalones
(y no, esto no es como la fábrica Danone, no nos han regalado ningún pantalón
por ir. Es más, casi nos echaban con la mirada de suricatos rabiosos que nos
pusieron, por lo que decidí no sacar ni fotos) Después vimos una nave que ya no
se usaba tanto, pero que en su momento se daban clases de máster internacional
o algo así, no sé, parecía todo muy europeo. Un señor nos seguía vigilando, por
lo que tampoco me atreví a sacar la cámara.
La última nave que vimos era la que más me ha gustado (esta
vez sin sarcasmo). Estaba en obras, así terminada, y tenía un radio de 600m.
Flipante.
Tras esto, nos hemos quedado un ratito en la oficina de
nuestro abuelo, esperando a que encontrase las llaves del coche.
Le he sacado una foto a un charco de la calle, me ha quedado preciosa. Si es
que yo veo el arte hasta donde no existe.
Al fin encontró las llaves y nos fuimos a cenar. Irene, mi
hermana, comió un montón de cosas que no le gustan (a.k.a. PAELLA) e hizo sentirse a mi abuelo orgulloso de ella, pues
pudo decir que come de todo. Yo no tenía hambre, pero me atiborré de gambas. El
abuelo nos llevó a un local donde te muestran los peces frescos, ahí, en un
escaparate y tú dices “quiero esto y así o asá” y te lo cogen con la mano, así
en un momento, y te lo preparan. Suena antihigiénico, pero bueno, es lo que
hay, supongo que tendría las manos lavadas el señor. Salimos bien llenas del
restaurante, todo hay que decirlo.
Tras comer peces y gambas y atiborrarnos del té de aquí (no
sé qué tiene el té –aparte de mucha azúcar- que está buenísimo) nos fuimos al
piso.
El piso es precioso. Os dejo una foto del salón. Es eso mismo que aparece pero hace una circunferencia casi entera. Es tan grande que no me cabía todo en una foto, así que le saqué una panorámica, pero todavía no lo he unido.
Al final de la noche (19.30 de la tarde) decidimos bajar a
dar una vuelta por la ciudad. Me ha llamado la atención lo complicado que es
encontrar a chicas en los restaurantes, ya que todos están llenos de hombres
bebiendo té (es como en España, pero el número de hombres se multiplica por
tres y no hay alcohol). Choca mucho ver que por un lado están las mujeres
con burhka (minoría) y por otro las
chicas jovencitas que visten como frutas, con la ropa ajustada hasta los topes
y ultramaquilladas (bueno, todas van muy, muy, muy maquilladas en general, al
menos los ojos) La mayoría de las mujeres (las pocas que hay en la calle) van
con el pañuelo y la chilaba. También hay hombre con gorritos y una especie de
chilaba, pero yo juraría que eso era un símbolo judío.
La gente aquí es muy requetepelota (al menos con los hombres). Todos te miman para que
les compres. Mi abuelo ha entrado a mostrarnos el hotel donde se alojaba antes
de tener el piso y solo ha faltado que el señor del hotel nos besara los pies
mientras nos mimaba en franco-español.
Según me ha explicado mi abuelo, aquí la gente suele cobrar
unos 200€/mes (2000 dihas o dijas o como se escriba, que es la moneda de por aquí), lo cual me ha chocado
bastante porque no parece una ciudad pobre, y a su vez, los precios de las
cosas (salvo en alimentación, peluqueros, sastres... todo lo que es trabajo a mano, por así decirlo) no son ni por asomo más baratos que en
España.
Ahora estamos en el piso peleándonos con la tele. No nos
deja ver ningún programa que no esté en alemán. No lo comprendo, con lo lejos
que pilla Alemania de aquí… ¿por qué no consigue sintonizar los canales
españoles?
Fin de la trasmisión.
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